Agradezco
nuevamente la participación de la lic. Flora Fainkuchen, con este texto acerca
de uno de los pilares de la técnica psicoanalítica.
La trama
Minicuento escrito por Jorge Luis Borges
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al
pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las
caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se
defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético
grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las
variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia
de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a
un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas
palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere
para que se repita una escena.
Este minicuento lo trae en una asociación
libre un paciente, que presenta un vínculo muy traumático con su padre, y que
desea no seguir repitiendo este vínculo con diferentes personas que simbolizan
para él la autoridad. Su infancia y juventud la vivió en una villa
miseria. ”Callejeando”
El paciente debía que rendir su última
materia para recibirse de licenciado en ciencias políticas, carrera que realizó
tras terminar la secundaria en una escuela para adultos y que refiere no sabía
bien leer y escribir.
Esta materia le costó muchísimo poder
rendirla, no porque no supiera el contenido, sino porque no se sentía merecedor
de recibirse y con sentimientos de baja autoestima y temor irracional a la
autoridad del profesor.
¿Qué es una trama?
La palabra trama tiene su origen en un
vocablo latino que hace referencia al grupo de hilos que, combinados y
enlazados entre sí, consigue darle forma a una tela. La palabra también designa
al tipo de seda que, por sus características, resulta útil para entramar.
La trama también es la confabulación o
conspiración que se lleva a cabo con el propósito de dañar o perjudicar a alguien.
Otro uso del término se refiere a la
disposición interior y conexión entre las partes de un determinado asunto. Se
utiliza, por ejemplo, en el ámbito de literatura, el teatro o el cine, para
nombrar al enredo, tema o argumento de una composición u obra.
Según lo expresa Aristóteles en su «Teoría de
la trama unificada«, debe dejarse constancia de las diferentes partes que
hacen al desarrollo de una historia; además, deben nombrarse los elementos
fundamentales de la misma, estableciendo la conexión que existe entre ellos. De
este modo, la anulación de alguno de estos elementos, supondría el fin de la
coherencia en la historia, ya que todos y cada uno son imprescindibles.
Basados en esta teoría, en narratología se
conoce como trama a un relato en el que se detallan (no siempre de forma
cronológica) los sucesos que tienen lugar en una obra, para ser presentada a un
determinado público. En ella se busca mostrar y relacionar los diversos
elementos que aparecen en la obra, sin detallarlos minuciosamente.
La trama se encuentra dividida en varias
partes, las mismas son: introducción, desarrollo o nudo y desenlace. En todas
las narraciones se encuentran estas partes, a veces se encuentran dispuestas de
forma desordenada, pero es imprescindible que aparezcan.
De acuerdo al tipo de información que
presenten, las tramas pueden ser: descriptiva, argumentativa, narrativa y
conversacional.
Acerca de la obra literaria “la trama”:
La tragedia renovada aparece en «La trama»
(El Hacedor, 1960), de Jorge Luis Borges
Este texto se viste de un comentario
literario. Las citas a Shakespeare y a Quevedo tienen este objetivo, al igual
que la frase en el segundo episodio: «estas palabras hay que oírlas, no
leerlas» que aluden al proyecto de Hernández de construir el discurso del gaucho
directamente, en forma de canto, en el Martín Fierro.
Se trata de un hecho que se repite ad
infinitum, el asesinato del gaucho mayor no puede producir verdadera sorpresa.
En cuanto a lo temático, se puede destacar
dos principales tópicos borgianos desarrollados en este cuento: la circularidad
del tiempo y la indeterminación del concepto mismo de la identidad. La
repetición de los hechos que le sucedieron a César, luego al gaucho y, en el
futuro, a los personajes que vuelvan a sufrirlos en cuentos posteriores, se
explica en base a una concepción de la realidad diferente a la linealidad del
tiempo occidental moderno. El principio de la circularidad del tiempo, en el
cual somos como personajes que repetimos las «tramas» de nuestros predecesores,
es un tema bastante trabajado en la obra borgiana, y tiene sus raíces en
tradiciones culturales distintas a la occidental.
Esta repetición circular, nos conduce al
siguiente punto temático: la indeterminación de las identidades. En varios
cuentos de Borges, se sostiene un postulado: los seres humanos somos uno solo.
El destino del hombre es repetir las sensaciones, sentimientos, pasiones,
cóleras y decisiones que otro ya realizó, y prefigurar las de algún otro que
está por nacer.
Repetir historias que otros vivieron desestima
los rasgos particulares de los personajes del texto. Aún más, presentar en
paralelo los dos episodios, entre los cuales podría intercambiarse los
acontecimientos sin que los respectivos resultados cambien, borra los rostros
de los actores. Mejor dicho, de un solo actor de una misma fábula: el
significante íntimo del texto: Edipo, el hijo asesino de su padre.
La re-actualización de la tragedia
Rene Girard reflexiona sobre la relación
entre los mitos y la tragedia griega en su libro «La violencia y lo sagrado».
En los relatos míticos, la muerte violenta de un personaje, calificado como el
«chivo expiatorio», simboliza y ejecuta en sí misma la expiación de los males
de la comunidad. En este individuo, se concentra el mal, de modo que, con el
derramamiento de su sangre, se purifica el mundo. No obstante, Girard apunta
que los relatos tradicionales griegos, como el de Edipo, por ejemplo, dejan de
tener esta calidad ritual cuando se transponen a la Tragedia, cuyo nacimiento
coincide con el reemplazo de las formas de sanción tradicionales de la tribu en
la antigua Grecia, para dar lugar al sistema de la civilización regido por los
códigos de justicia y sus instituciones administradoras.
En la Tragedia, dice Girard, los delitos
cometidos por los antiguos personajes del mito se convierten en errores
trágicos que cualquier persona podría cometer, de modo que «todos los
personajes se reducen a la identidad de una misma violencia». De ahí que las
tragedias sean tan espectaculares cuando los errores son cometidos por varios
personajes y el destino trágico persigue a todos ellos.
La tragedia de César, quien es el padre
simbólico de Marco Bruto y se ve reflejado en él, de modo paralelo a lo que
ocurre con el gaucho y su ahijado. Si César es Bruto y el gaucho es su
protegido, la tragedia del hombre es asesinarse a sí mismo. Esta contradicción
es sobre el principio de un tiempo circular que disuelve las diferencias entre
los hombres.
Tanto el César de Shakespeare como el de
Quevedo son el mismo hombre que el gaucho moribundo, e iguales son sus
patéticos reclamos, cuyas «palabras hay que oírlas, no leerlas». Con este
recurso anti-racional, se completa la perfección del horror que Borges imprime
a la historia trágica: todos somos Edipo. De hecho, el psicoanálisis había
consolidado sus reflexiones sobre el tema para el momento en que se escribía
«La trama» y esta estremecedora conclusión es solo una de sus repercusiones
principales.
El destino, entonces, marcaría a los hombres
debido a sus pulsiones más íntimas y a su propia condición humana. Debido a que
ambos son factores comunes a todas las personas, su destino es idéntico.
Aceptando ello, todas las personas son una misma persona.
Los personajes sufren y mueren «para que se
repita una escena», no solo se afirma la repetición de la fábula en diferentes
historias, sino también la repetición del acto de repetir la fábula en
diferentes historias.
Borges ha citado a Shakespeare, Quevedo, y
afirma que en un futuro la escena que acaba de contar se repetirá, ello
significa que habrá otro autor que recoja esta historia y la vuelva a escribir,
con distintas palabras, quizás, pero con los ecos inevitables de la suya y de
todas las anteriores.
Borges queda sumido en un similar destino al
de sus personajes: él no está escribiendo la historia, sólo la recoge. No crea;
más bien, recuerda. No es el verdadero autor del cuento, solo lo copia y lo
ilustra.
Sus palabras ya las escribió o dijo alguien
antes, y otro las citará de nuevo en el futuro. El autor es solo el eco de la
voz de otro, el reflejo del hombre hermoso, no su rostro.
¿Cuál es la trama de este paciente? Y como
trabajar con esta trama:
En principio podemos decir que este paciente
tiene tela para entramar, que puede asociar y hacer rectificaciones subjetivas.
Las tramas son las sesiones, su palabra y su discurso.
Presenta diferentes escenas, donde es
importante el significante que se repite para escuchar lo que le pasa, puede
asociar, la transferencia es positiva y avanza el tratamiento.
Su trama es el vínculo con su padre, su
dificultad para superarlo y sus ganas de ser buen padre. El aspecto académico y
cultural, es una forma de sublimar su angustia, y superar a su padre.
Muchas veces trae textos que lee para
explicar sensaciones o sentimientos para los que no encuentra palabras.
Freud explica que la familia resulta de la
constitución de una trama identificatoria inconsciente. Esta trama está basada
en gran parte en la situación edípica.
De esta manera el inconsciente cumple algunas
funciones a saber:
Es una memoria funcional, un archivo de la
familia.
En él, se condensa toda la historia
multigeneracional.
Realiza una distribución de las posiciones
identificatorias de cada miembro de la familia
En el inconsciente se asientan mitos como
configuraciones privilegiadas, destacándose sobre el tramado familiar, con un
estilo peculiar y un carácter que le es distintivo.
Es desde este tramado familiar inconsciente,
relacional e identificatorio, desde dónde sobrevienen los mandatos,
prohibiciones, destinos y significaciones.
Armar una trama es diferente a develar una
historia. Armar una trama implica, muchas veces, develar muchas historias para
poder construir una diferente.
Como analista soy el disparador de un armado:
que donde era Ello advenga el Yo y el sujeto.
Con una función estructurante, que implica
ligar (a través de la contención, del funcionamiento en espejo, del poner en
palabras, etc.) aquello que ha dejado huellas que incitan a la repetición del
movimiento.
El armado de una trama que permitirá luego la
construcción de una historia. Una trama que funcione como un sostén interno que
permita no sólo la diferenciación sino una base para poder enfrentar los
avatares de la vida.
Con interpretaciones, construcciones,
señalamientos, palabras, gestos, mis movimientos irán produciendo
desfijaciones, desidentificaciones, posibilitando el entramado de redes,
mediatizaciones, la instauración del principio de placer y la ligazón de lo
traumático. Se trata es de ir deconstruyendo-construyendo, modos de
funcionamiento en los que predominaba el sufrimiento por otros más creativos y
placenteros.
Así el paciente puede ubicarse como sujeto,
que soporte embates al narcisismo, que puede apelar a diferentes modalidades
defensivas según las circunstancias y, fundamentalmente, que la compulsión a la
repetición ceda dejando lugar a la creación.
Esto implicará tomar caminos diversos, que
pongan en movimiento un proceso que reestructure lo coagulado.